Reflejada, fracturada, reformada. Quimera convierte el cuerpo en ilusión, donde la carne se dobla bajo el peso de ver.
El cuerpo no es lo que es, sino cómo se ve. Quimera expone cómo la mirada, el deseo y la representación fragmentan y recomponen la forma humana. Esta serie trata de la ruptura óptica, cuando la carne se convierte en ilusión y la visión distorsiona la verdad.
Burak Bulut Yildirim constructs surreal anatomies through mirrors, playful surfaces, optical filters, and light. Skin becomes topography, plastic matter, shimmering illusion. Faces vanish, identities dissolve. What remains are luminous fragments—reassembled, fetishized, estranged. These are not portraits; they are collages. Echoing Hans Bellmer’s broken dolls, Cindy Sherman’s identity play, and ORLAN’s body interventions, Burak’s camera becomes an agent of deconstruction. The body is no longer documented—it is authored.
Cada fotograma es una sacudida de alienación. El espectador toma conciencia de su propia mirada. Lo que parece visible nunca es inocente. La carne se convierte en espejo, la distorsión en narración. Quimera ocupa el espacio volátil entre el arte y el espectáculo. Para los coleccionistas, esta serie ofrece no sólo impacto visual, sino densidad conceptual: cada impresión de edición limitada es un mito, una ilusión, una ruptura.
Todos los proyectos / Exposiciones
No desnudos, sino reimaginados. En UnNude, la carne se convierte en forma y el deseo se desvanece en geometría.
El nicho es un espacio de tierno recogimiento, donde el silencio resuena en la tela, las esquinas y la respiración.
El cuerpo vuelve a ser salvaje. Otherlands deja que la figura se desvanezca en la luz, la piedra y el mito de la naturaleza.
Elsewhere sigue al cuerpo a través de las sombras de la ciudad: desapercibido, destilado, irreal.
Un cuerpo atrapado entre la memoria y el borrado. Antemortem traza el suave residuo de la vida antes de que se deslice hacia el silencio.
El deseo habla en color. Crave pinta el cuerpo con anhelo, cada imagen tiembla entre el calor y el hambre.
No son momentos congelados, sino ecos en movimiento. Motus captura el cuerpo en flujo, entre el gesto, la memoria y la respiración.
Bajo la luz negra, el cuerpo se convierte en resplandor, en eco, en espejismo. Lucida busca el umbral donde la forma se disuelve.
La melancolía no grita, persiste. Estas imágenes conllevan silencio, como una respiración contenida demasiado tiempo.