Antemortem
Un cuerpo atrapado entre la memoria y el borrado. Antemortem traza el suave residuo de la vida antes de que se deslice hacia el silencio.
¿Qué queda justo antes de la desaparición? Antemortem capta el momento en que el cuerpo queda suspendido entre la presencia y la ausencia. Es el lamento de la carne, al borde del olvido.
Estas imágenes están cargadas de silencio. Los cuerpos se desploman sobre sí mismos, exhaustos, vulnerables y casi translúcidos. Las texturas son pálidas y empolvadas: velos de tul, interiores abandonados, luz teñida de sangre. Burak Bulut Yildirim construye una atmósfera de suave desaparición. En estas fotografías no hay gritos, sólo rendición. Una mujer se inclina como una estatua derribada, otra flota como un alma a mitad de camino. Las habitaciones que ocupan resuenan con el eco de la pérdida: baldosas agrietadas, suave decadencia, la tenue sombra de algo que una vez estuvo vivo. La obra parece sagrada, privada y ceremonial. Hay algo votivo en la forma en que la luz toca la piel, como si cada imagen fuera una ofrenda silenciosa.
En AntemortemEl cuerpo no muere, se retira. El espectador se convierte en doliente, testigo no de la violencia, sino de la desaparición. La desnudez no es sexual, sino la vulnerabilidad de la propia existencia. El tiempo parece detenido, como si cada fotograma estuviera suspendido en un suspiro entre el recuerdo y el borrado. Fotografiadas a lo largo de varias décadas y reunidas en un conjunto de obras fluido pero coherente, estas impresiones de edición limitada ofrecen a los coleccionistas algo poco frecuente: un dolor silencioso convertido en belleza y una ausencia transformada en presencia.
Este es el último poema del cuerpo. Antes de ser historia, antes de ser sexo, antes de ser ceniza, es silencio.